«Váyanse las noches,/pues ido se han / los ojos que hacían / los míos velar;
váyanse y no vean / tanta soledad, / después que en mi lecho / sobra la mitad.»
Góngora: La mas bella niña.
Tormento de mi esencia proverbial,
retales de finita juventud,
pasiones y deseos en quietud
enviaban, con dolor, una señal.
Desnudo los sucesos de una historia
urdida con engaños y traiciones,
experta en devorar las ilusiones.
Me rindo, soterrada por la escoria.
Se cierra el vademécum de la euforia,
tu amor, converso en cáliz de adicciones,
derrama su torrente de razones.
Tu llanto es estéril rogatoria.
El fin de mi calvario demencial;
blasfemo irreverente sin virtud,
no quieras explicarme tu actitud.
Contigo la distancia es crucial.
