CEGUERA.
Cegada en el delirio,
abandoné de mis penas el refugio
tras tus felonas candilejas,
exóticas galaxias de palabras.
§
Eterno estigma
de tus labios impacientes,
perfume de tu piel en mi memoria,
mixturas de tomillo y de laurel.
§
¡Santificada la ceguera padecida!
se alivianó el peso de los años,
ultra mares jineteando un arcoiris,
alondras los poemas en volandas.
§
El regreso de la infausta luz
sujetó el desvarío desbocado,
emergió tu imagen verdadera:
vulgar espantajo de caireles.
Maria Valente